4 de febrero de 2019

Blog 2- invasión y desalojo

En Medellín hay 80.000 mil personas que pertenecen a barrios de invasión, 1.252 personas de este grupo perdieron su casa en el incendio en el sector Oasis en Moravia en el año 2017 y en enero de este año 8 familias regresaron a su hogar para instalarse nuevamente, pero el martes de la semana pasada fueron desalojados por las fuerzas del ESMAD y la Alcaldía. La Secretaría de Inclusión Social afirmó que se les había instalado en albergues y se les había dado arriendos temporales tras el incendio, pero en esa palabra recae el problema y es que no se necesita algo temporal, sino algo permanente para toda la comunidad.
La mayoría de las familias que están en barrios de alto riesgo se instalaron allí porque eran desplazados del campo, sin dinero y sin poder adquisitivo para pagar un arriendo en un sector convencional, durante años este proceso se ha llevado a cabo en Medellín y hoy en día hay más de 30 barrios de invasión, no son una minoría, por lo contrario, son una mayoría.
Hay años de costumbres y tejido social que se han construido en estos sectores desde los años 50 en que comenzaron a instalarse y a pesar del peligro de su zona, un desalojo forzado no es una manera pedagógica de tratar una problemática que toca la cultura, raíces y sentido de pertenecía de las personas con su barrio y con su casa.
Estos barrios tienen juntas populares que velan porque los habitantes cuenten con los mínimos recursos, ellos son un puente para saber qué quiere el barrio y cómo encontrar una alternativa que logre reubicar a la comunidad de manera permanente en un sector en el que se vayan a sentir cómodos y claramente en el que no haya riesgo de desastre.
Las 8 familias que llegaron a instalarse de nuevo al barrio Oasis tuvieron que albergarse en el coliseo de la Universidad de Antioquia tras ser desalojados, no tuvieron a donde más ir, las garantías del Gobierno no les ayudaban.
Cientos de familias como estas sin opciones son las que viven en estos barrios, son gente que no tuvo salida, que prefirió vivir colgando de un hilo antes que vivir en la calle y ya son miles, si el Gobierno quiere detener este fenómeno y dejar de hacer desalojos forzados debe acudir a la comunidad, buscar un plan de desarrollo que beneficie a todos y no mate a la comunidad, mirando al pasado para generar un futuro.

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